Sic et Non

8 de enero de 2011

"En el punto de mira": Lupe Rodríguez. Santiago Siete, 7/1/2011



SIGNOS DE PUNTUACIÓN

¿Se imaginan leer un texto sin puntos, comas, párrafos…? Sería todo lineal, nos costaría discernir lo principal de lo accesorio, el texto perdería fuerza y nos acabaríamos aburriendo amén de no enterarnos de nada.
Los signos nos ayudan por tanto a precisar y a ordenar el mensaje cuando escribimos. Pero lo mismo ocurre cuando hablamos, aunque no se vean, los signos de puntuación están ahí. Una pausa más breve que otra, un gesto reforzando un cambio de tema, la entonación, etc. son nuestros puntos, comas y párrafos cada vez que hablamos. Nos ayudan a transmitir más información acerca de nuestro discurso y de nosotros mismos.
Hacer lo contrario supondría que no nos entenderían bien, no distinguirían lo importante de lo que no lo es, y al final no quedaría claro lo que queríamos decir.
A nuestra Concelleira de Participación Ciudadana y Normalización lingüística en cierto modo le pasa esto cuando expone ante los medios las numerosas actividades de su concellería. Expone una detrás de otra sin que al final quede claro cuantas son y qué logran. Debería esquematizar más para que el público visualice de modo claro el programa de actividades, una introducción-enumeración inicial de sus actividades o agrupar actividades según objetivos comunes ayudaría en tal sentido.
Por lo demás, sorprende gratamente la empatía comunicativa que logra gracias a su imagen cuidada en sus apariciones, su continua sonrisa, su espontaneidad de gestos y reacciones. Todo esto le aporta una imagen muy cercana y creíble. Su tono de voz y fluidez también arrojan a la audiencia una imagen de gran seguridad en lo que dice.
No obstante debe corregir en determinados momentos una excesiva velocidad que le hace quedar sin aire, tiene que ser consciente de donde van las comas y los puntos y aparte de su discurso. También debe vigilar algún gazapo que se le escapa y que no procede como responsable de normalización lingüística que es.

Santiago Martínez
Consultor político y "Media trainer"


"En el punto de mira": Amelia González. Santiago Siete, 30/12/2010



VASOS COMUNICANTES

A menudo suelo poner siempre la misma metáfora para explicar el transcurrir de cualquier debate, ya sea de competición, político, o de otro tipo.

Las partes en un debate, los oradores, son como dos vasos comunicantes en los que una determinada presión provoca el vaciado de un vaso, por lo que el otro se llena. Un orador cuando gana solvencia durante la controversia genera una presión, genera insolvencia en el adversario ya que este percibe consciente o inconscientemente que está perdiendo el pulso del enfrentamiento, y esto a su vez refuerza al oponente que también se percata, por lo que el vaso de este se llena más.

En raras ocasiones el nivel de los intervinientes es tan parejo que hay un empate técnico. Eso se debe a que no ha habido ese traspaso de presión.

Cuando se prepara un debate, la clave no está solo en convencer a una audiencia, sino en lograr que el adversario entre en tu campo de juego y que la audiencia perciba como hay un transvase de un vaso a otro, lo demás es más fácil una vez se ha logrado esto.

¿Y qué recursos pueden ayudar a lograr esa solvencia, ese transvase? Además de los argumentos, claro está, existen técnicas que ayudan a provocar estas situaciones. Y nuestra concelleira Amelia González, tal vez por su dilatada experiencia periodística, parece dominar estas habilidades en el arte de la retórica.

Posee una voz sin duda idónea para la comunicación. Su lenguaje gestual es coherente con su mensaje y provoca un efecto refuerzo, ello le aporta credibilidad, le ayuda a imponer los temas de debate y a poner a la defensiva a sus oponentes. Muy afortunado por su parte es el empleo de la 1ª persona de plural cuando afirma sus tesis y las del partido, porque introduce a la audiencia en el propio argumento. Hábilmente usa la idea principal del rival de modo literal para posteriormente darle la vuelta y así incidir en que le dan la razón (lo que en debate de competición denominamos contra-efecto). Sonríe durante las alocuciones de sus colegas, lo que fomenta el vaciado del vaso del rival, la audiencia percibe que está cómoda, que domina la contienda.

Sin embargo toda esta fortaleza podría suponer también su debilidad. Debe vigilar el no redundar en un solo argumento demasiado, puesto que todo lo comentado podría parecer simples fuegos de artificio sino se acompaña de posturas propositivas y no solo críticas. Y tal vez por culpa de los hábitos radiofónicos debería corregir su excesiva velocidad en la dicción en determinados momentos de sus intervenciones.


Santiago Martínez
Consultor político y "Media trainer"


"En el punto de mira": Mar Martín. Santiago Siete, 23/12/2010



Todos cuando realizamos cualquier tipo de actividad nos caracterizamos por hacerlo de algún modo que nos define e incluso nos diferencia, y muchas veces esos modos son fortalezas que o bien tenemos ocultas, o bien no sabemos hacer aflorar o potenciar aún más.

En la comunicación personal ocurre lo mismo, cuando se enseña a alguien a hablar en público solemos buscar las fortalezas de las personas que ayuden a potenciarles y a la vez contribuyan a camuflar sus debilidades, se trata de encontrarlas y entrenarlas.

Así cuando hablamos a los demás todos tenemos esa fuerza, puede ser la voz, los gestos, la sonrisa, la mirada, la energía que uno pone al hablar, o la tranquilidad con que exponemos nuestras opiniones. Pero un mal empleo o el abuso de esa supuesta potencialidad puede generar cierto efecto de reactancia en los demás, y al final lo que tenemos es una debilidad que no nos ayuda a transmitir mejor.

Nuestra concelleira Mar Martín se caracteriza por tener una fortaleza que le aporta credibilidad y seguridad, si bien su voz inicialmente puede chocar por ser algo áspera pronto se aprecia un tono y una velocidad con sus pausas que aportan tranquilidad en la escucha y seguridad.

Sus gestos con las manos son muy adecuados, coherentes con lo que dice, no transmite para nada cerrazón alguna. No obstante, como decíamos antes debe cuidar que esa fuerza que tiene no se convierta en una debilidad, el peligro de su tono de voz es que al cabo de un tiempo genera cierto letargo en la audiencia. Tampoco ayudan sus respuestas a veces demasiado extensas. Abreviar un poco, y ser algo más incisiva enfatizando puntualmente durante sus intervenciones podrían ayudar a evitar este posible efecto negativo.

Cabe destacar su buen uso de la mirada, reteniéndola en el entrevistador o en el público, aunque debe evitar cierto tic sobre todo al inicio de sus respuestas, un tic que por cierto caracteriza a muchos políticos, cual es mirar hacia arriba como intentando memorizar o proyectar la respuesta, esto resta naturalidad, pues recuerda a quien va a un examen y a la pregunta del profesor intenta buscar la respuesta que lleva memorizada o idear la respuesta que no ha preparado.



Santiago Martínez
Consultor político y "Media trainer"