Seguramente a muchos de ustedes les haya
ocurrido lo mismo que a mí, cuando observé las ya famosas fotos del
presidente de la Xunta de Galicia con un conocido narco en el yate de
éste. Y es que fue inevitable que a nuestra mente nos vinieran aquellas
imágenes que en la campaña autonómica gallega de hace 5 años nos
mostraban al entonces vicepresidente del gobierno bipartito de la Xunta,
Anxo Quintana, con un conocido empresario. Y lo que es peor: también en
un yate. Parece que este tipo de embarcaciones dan mucho juego en
política, puesto que en Francia también hubo una polémica con
instantáneas de por medio, del entonces presidente Sarkozy en el yate de
un conocido millonario.
La asociación que muchos gallegos hacen
entre la foto de Quintana y la de Feijoo no es casual ni mucho menos. Dicha asociación de fotos será una de
las claves en toda esta polémica que salpicará la prensa estos días,
pero lo será en el plano del apoyo o popularidad que hasta ahora se le
reconocía de modo amplio a Feijoo, dentro y fuera de Galicia.
Ya que hemos hecho ese viaje al pasado,
sigamos en aquella campaña que fue un paradigma de lo que los
politólogos denominamos campañas negativas, y que se basan en imponer
como issue central de la campaña un aspecto radicalmente negativo del
rival. En este caso fue el despilfarro (las famosas sillas y coches
oficiales del presidente Touriño) y la incoherencia de políticos de
izquierda veraneando a todo trapo con la burguesía. Ante este
despilfarro e incoherencia, emergió como supuesto adalid de la
austeridad y la coherencia Alberto Núñez Feijoo.
Toda su imagen durante estos años se ha
labrado con esta propuesta única de venta: austeridad y coherencia. Y al
margen de que se pudiera discutir la mayor o menor realidad de estos
adjetivos, lo cierto es que la sociedad gallega así reconocía a su
presidente. Vayamos sino a la más reciente contienda electoral gallega,
otro paradigma de campaña, en este caso personalista. Conscientes de que
la marca PP no vendía (pues significa recortes, Rajoy, Gürtel…) la
campaña pivotó sobre algo que sí vendía: la “marca Feijoo”, el único
político gallego que aprobaba en las encuestas. Y contra corriente
lograron ganar unas elecciones complicadas para el PP.
Ahora, volvamos al presente. Esta gran
imagen atraviesa las fronteras gallegas y se instaura en toda España y
hábilmente nuestro presidente decide aprovechar los escándalos de la
Gürtel y Luis Bárcenas para postularse como un político crítico, incluso
con el proceder de su partido en la gestión de dichos escándalos. Un
nuevo elemento se une a la “marca Feijóo”: la integridad.
Hablemos en la jerga del márketing
político: tenemos un producto (candidato) que aúna una serie de
cualidades (valores) que los consumidores (electores) desean en el
mercado, ya que el resto de productos no lo tienen. Así, se activa la
maquinaria para dar el salto y vender el producto fuera de Galicia.
Hace unos meses comentaba en mi blog, cómo el Partido Popular gallego había decidido realizar una campaña de
proyección de imagen de Alfonso Rueda como sucesor de Feijoo. Esto
presagiaba un aterrizaje del de Os Peares en un hipotético cambio de un
gobierno Rajoy quemado por los recortes y los casos de corrupción que
empezaban a salpicar a algunos ministros y ministras.
Llegados a este punto debemos
preguntarnos: ¿es casualidad que justo ahora salgan a la luz unas
comprometedoras fotos, de las que algunos ya habíamos oído hablar? No me
cansaré de decir que la política es cómo el ajedrez, los movimientos
vienen determinados por una estrategia en algunos casos propia y en
otros impuesta. Es obvio que a alguien no le interesaba la fuerza que el
presidente de la Xunta estaba logrando con sus críticas a su propio
partido.
Pero desde el punto de vista de la
estrategia política, lo que interesa no es si quien ha filtrado los
fotos es amigo o enemigo, o por qué el diario El País, si es cierto que
las tenía de hace años, las usa ahora. Lo que me interesa es saber cómo
afectará la asociación de la que les hablaba al principio.
¿Cómo influirá en el electorado gallego,
y en la sociedad española, ver al prototipo de la coherencia y la
integridad, veraneando y viajando con un conocido narcotraficante? El
presidente gallego podrá decir que en aquella época no conocía el perfil
delictivo de su compañero, amigo o conocido, podrá por ello defender
que no debe dimitir. Pero sin duda, su imagen ha quedado tocada y tal
vez su carrera política. Su propuesta de venta política se ha hecho
añicos con unas imágenes que irradian incoherencia, y esta se castiga
electoralmente.
Porque el juego de las asociaciones es
así, si hace años el PP usó las fotos de Quintana para desacreditarle,
cualquier defensa que ahora hagan para defender a su presidente
resultará incoherente. Y es que ahora la oposición se encargará de eso,
de machacar continuamente el mensaje Feijoo = amigo de los narcos, al
igual que en su momento ellos usaron el Touriño = despilfarrador.
En esa línea continuista de seguir
ofreciendo coherencia, Feijoo ha apostado por dar una rueda de prensa a
la mayor brevedad y responder así a las preguntas de los periodistas,
algo que precisamente reclamaba a sus compañeros de partido estas
últimas semanas. No obstante, viendo algunas de sus respuestas, he de
reconocer que ahora entiendo el secreto y el hermetismo de Mariano
Rajoy, callado, que sin abrir la boca va sobreviviendo. Y es que ya
sabemos que por la boca muere el pez.
Toca muchos argumentos diferentes, pero hábilmente concatenados.Excelente y completo artículo.
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Emilia