Decía Aristóteles que la perfección se encontraba en el término medio. Lo cual no debe ser falso si nos atenemos a lo que los romanos también afirmaban por medio de su conocido aforismo “aurea mediocritas”. Con el cual venían a expresar al igual que el pensador griego, que la virtud siempre se halla en la equidistancia entre los extremos, en un punto medio.
La política como realidad social viva, no es ajena a esto, y habitualmente suele escucharse, en Europa principalmente, como el centro suele ser el objetivo ideal en política, en aras de pescar votos entre el electorado de izquierda y derecha. Que además, resulta ser el sector indeciso en casi todas las elecciones.
En España, huérfanos de partidos que hayan logrado echar anclas en dicho caladero electoral, solemos fijarnos y admirar a aquellos políticos que pese a su pertenencia a un partido bien de izquierda, o bien de derecha, suelen posicionarse en algunos temas, en posturas cercanas a partidos ideológicamente opuestos.
Un claro ejemplo de esto, es (¿o era?) Alberto Ruíz-Gallardón. Desde su pronta y exitosa andadura en el Partido Popular, siempre se le percibió como una persona moderada, y ejemplo de centrismo dentro de su partido. Fue de las pocas voces que públicamente realizó una auto-crítica después de la derrota electoral de 2004.
Desde sus cargos como presidente de la Comunidad de Madrid y posteriormente como alcalde de Madrid, el ahora Ministro de Justicia siempre se postuló como ministrable en los diferentes gobiernos populares.
Y ahora por fin ha logrado dar el gran salto gracias al presidente Mariano Rajoy. ¿Pero es este un simple salto, o es un paso más dentro de una hoja de ruta, en la que muchos ven como destino una futura presidencia del gobierno de España?
Consciente de esto, parece que el actual presidente español le concedió a Gallardón una cartera de escaso peso político, tal vez para no darle demasiada cuerda estos cuatro próximos años. O tal vez para no quemarlo demasiado en una cartera de mayor responsabilidad, y por tanto de mayor exposición ante la opinión pública en plena crisis. Esto último indicaría que Rajoy vería con buenos ojos una candidatura de Gallardón, eso sí, dentro de ocho años.
En todo caso, parece que nuestro protagonista, ha decidido aprovechar el cargo de ministro, y empezar a trabajar en su proyección. Y ya sea con la venia de su presidente o no, ha puesto en la agenda mediática temas relevantes, que considero no son necesarios desde el punto de vista de la organización de su ministerio y del país, pero que en cambio sí parecen serlo desde un punto de vista estratégico y político para él. Me explico.
De Gallardón suele decirse que es el candidato ideal de aquellos que no votan al Partido Popular. Habrá quien diga que pese a ello, logró ganar elecciones municipales y autonómicas, pero no olvidemos que lo ha hecho con unas siglas que cuentan con el voto estructural más alto, es decir, con un mayor número de electores que votan a unas siglas, y no tanto a una persona. Y siempre ha contado con la resistencia interna de la corriente más conservadora del Partido.
Consciente de ello, Gallardón parece haber decidido aprovechar la coyuntura para cambiar esa imagen moderada y revelarse ante el votante de derechas como un candidato idóneo en un futuro. No vaya a ser que le pase como al candidato republicano Mitt Romney, cuyo viraje conservador ha sido muy reciente y ha provocado suspicacias en el seno del poderoso Tea Party.
Para ello, ha puesto sobre el tapete, volver a una legislación en el tema del aborto, similar a la existente en España en 1985. La cuestión, es que desde un punto de vista práctico, no tiene sentido puesto que los abortos han descendido con la actual norma. Por tanto parece que el fin es más político e ideológico que otra cosa.
Pero también, ha sondeado a la opinión pública con la posibilidad de establecer la cadena perpetua en nuestro ordenamiento jurídico penal. Y lo mismo se puede interpretar en este caso. ¿Tiene sentido una cadena perpetua en el país en el que los presos pasan más tiempo en la cárcel, y con un índice de criminalidad que nos convierte en unos de los países más seguros de Europa? NO, salvo que el motivo sea nuevamente político.
Y como toda norma tiene su excepción, observaremos que el centro no es ese lugar tan deseable. Al menos no para el nuevo Ministro de Justicia. Así que ¿Todo apunta a que durante estos cuatro años asistiremos a una reconversión del moderado Gallardón en el adalid de la “derecha auténtica”, al más puro estilo de los seguidores del té?
Yo lo tengo claro, en la hoja de ruta de Gallardón, su GPS dice claramente: “En el próximo cruce gire a la derecha”.
Tema del aborto… creo que es obvio que es un tema político obligatorio. No tendría sentido dejarlo como está (desde el punto ideológico), ni modificarlo en demasía. Sí creo que tal como ha sido la evolución social y económica, que una “niña” de 16 años, pueda tomar ciertas decisiones a la ligera sin que sus padres sepan nada. Es más creo que es trivializar con este tema. Por tanto que lo modifiquen (simplemente para no hacer una cuestión baladí de este tema), simplemente haciendo a los padres partícipes de estas decisiones hasta que ellas tengan 18 años, no lo veo “descabellado”.
ResponderEliminarSobre Gallardón completamente de acuerdo. Es curioso como en su momento, se salió de la tónica de discreción de un alcalde postulándose como “opción”. Quizás esta patente de corso, lejos de alejarle de la logia del partido, le hizo más auténtico ante la opinión pública. Eso, si…dudo que si fuera alcalde de Cáceres, se hubiese atrevido a dar estos pasos.
ResponderEliminarMi duda es si ser nombrado ministro con 8 años de “supuesto” gobierno popular, no será demasiado tiempo de exposición, antes de tildarse como futuro candidato elegible del partido, máxime cuando en este momento éste se encuentra con 3 ó 4 pesos pesados de cierta impronta. Quizás ser nombrado dentro de 3 años, conllevase menos riesgo y tendría tiempo de sobra (en función de la situación política claro)… Pq suponemos que debería estar estos 8 años en primera línea de gobierno, llegando en el futuro a una vicepresidencia, para tener así un cargo diferenciador y de cierto valor añadido al resto de los hipotéticos candidatos. Y 8 años en primera línea de política es una vida…
Cierto, pero mira Rajoy, cuanto años de ministro y oposición antes de llegar a presidente
ResponderEliminarY para concluir mis comentarios, decir que los tiempos han cambiado tanto, que modificar en demasía cierta actualidad política basándose en "preceptos morales" es peligroso (sobre todo cuando muchos de los neovotantes del PP son gente indignada con el anterior gobierno,pero no paladines de la moralidad ni la religión). Si a esto le sumamos que la derecha española se ha "modernizado" (divorcios, infidelidades, un alto cargo del partido con hijo autofecundado como soltera (que no es una crítica),es decir temas que hace menos de par de décadas hubiesen sido "escandalosos" y dignos de "letra escarlata", hace que haya que ser muy coherente en ciertas decisiones.
ResponderEliminarHace un par de años, me enteré que una supuesta "moralista y clasista", vinculada (por lo menos en afinidad/amistad/conveniencia a gente de jóvenes generaciones),había estado "relacionada" con uno de sus profes de Derecho, e incluso había tenido algún que otro aborto(de no se sabe quien, pasados por poco la veintena y pagado por un socio de un bufete con edad para ser su padre. Que gente así, sea la que el día de mañana se encuentre en posición de ser paladines de la moralidad y del discurso conservador, no es éticamente legítimo... Hay que adaptarse a los tiempos que corren, pero con un mínimo de coherencia. Para terminar, sobre el tema de la cadena perpetua... es muy populista, si... pero si la gente supiera lo que cuesta tener un "preso" en España, lo reconsideraría :-)). Yo abogo por penas SERIAS,cumplimientos SERIOS y que estar en la cárcel sea un tema SERIO (que en Teixeiro hay muchas celdas con Televisión...) y que los terroristas puedan estudiar Derecho (y gratis) en la cárcel, tiene su enjundia...
Buenas Santiago.
ResponderEliminarGallardón no es tanto el político ideal para aquellos que no votan al PP, sino que es el que sabe amoldar el paso al camino que pretende recorrer. Es un político, en términos automovilísticos, con "control de tracción" política. Por el sólo hecho emanar de él las reformas parece que éstas adoptan un cariz menos agresivo, toda vez que las mismas suponen reformas de calado y, sobre todo, no esperadas. Sin embargo, un sendero tan angosto no le ha sido tan difícil de recorrer. Y supongo que lo mismo sería si las reformas fuesen de otro orden dado que su "dirección asistida" política, le permite girar a uno u otro lado sin sufrir el desgaste al que otros se verían sometidos.
Un saludo.
Sin duda, es un modo de verlo como una virtud en su estilo político. Lo cual le permite realizar estos giros sufriendo un menor desgaste.Lo que está claro es que si giras desde el centro el volantazo es menor que si giras desde la izquierda.
ResponderEliminarUn saludo.