Viendo el pasado domingo la
entrega del Códice Calixtino al Arzobispo de Santiago por parte del presidente
Rajoy, me sobrevino una imagen, o mejor dicho varias. En mi época de estudiante
solía observar con curiosidad los cuadros pictóricos que daban fe de las
coronaciones de reyes y emperadores. En todos, siempre era un representante de
la Iglesia, algunas veces incluso el Sumo Pontífice, el que coronaba al
monarca. Ese era el orden lógico y normal en aquella época.
Pero, salvando las distancias
históricas y de la naturaleza del acto en sí; lo que vi hizo que me preguntara
qué propició que en un acto solemne, se invirtieran los papeles, que fuera el
presidente del gobierno el que restituyera la propiedad del Códice a la
Iglesia. ¿Era necesario dicho acto solemne?
Para los compostelanos, sin duda
es motivo de orgullo que el presidente del gobierno se haya implicado con
nuestra ciudad a través de ese gesto. Pero como ciudadano no solo de mi ciudad,
observo que este gesto delata sin lugar a dudas una mala planificación e improvisación por parte del Gobierno.
Cansado de malas noticias y de un
escenario negativo que le domina y fagocita, Mariano Rajoy intenta aprovechar
cualquier hecho coyuntural que le permita respirar aire fresco y dar una imagen
positiva. Se trata pues de cambiar la foto.
Y lo del domingo, fue eso, una puesta
en escena. ¿Tal vez por eso se tardaron varios días en entregar por segunda vez
el libro, había que cuadrar agendas?, ¿Pero el libro no se había entregado
ya en la Catedral delante de las cámaras
con la aquiescencia del Juez, la policía, y el propio Arzobispo?
Asistir a una final de un Europeo
de futbol en un país, Ucrania, “bloqueada” diplomáticamente por la UE debido al
caso Timoshenko, o realizar la foto del pasado domingo, indica claramente que
Rajoy está muy necesitado de noticias positivas, pero también que su
comunicación además de ser cada vez más incoherente (Donde dije digo, dije
diego) también es improvisada, marcada
por el ritmo de hechos y decisiones fuera de su control.
Y hablando de comunicación
improvisada. Las declaraciones de nuestro Comisario definiendo el carácter gallego como cerrado
y oscuro, no fueron para nada afortunadas. Y el intento
posterior de arreglarlas debido a las críticas, lograron todo lo contrario. No
se puede realizar una intervención pública, y con micrófonos de por medio, sin
pensar antes dos veces lo que se va a decir. Máxime, siendo un cargo público.
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