Transcurrido un año de mandato en Santiago por parte del Partido Popular, toca realizar el típico examen al gobierno local.
Es habitual, dentro de los partidos y organizaciones, considerar que las acciones llevadas a cabo por estas, son conocidas por parte de la ciudadanía.
El hecho de tener la información de primera mano, de vivir el día a día de la realidad política, les hace pensar que el resto de las personas también experimentan dicha realidad. Además, dicha vivencia es subjetiva, puesto que se adopta a interpretar desde la perspectiva propia del partido o institución.
Pero si hay una máxima en comunicación política irrefutable, esta es que la realidad no es la que es, sino la que se percibe.
Hagamos por tanto, un análisis de lo que ha percibido la ciudadanía durante este año de gobierno.
Indudablemente, lo más notorio y determinante ha sido la polémica dimisión del hasta hace poco alcalde, Gerardo Conde Roa. Hasta tal punto que, todo ha quedado ensombrecido por este hecho y condiciona nuestra visión de estos doce meses.
La gestión de todo aquel suceso, fue errónea por parte del ex regidor, pero también por parte de su partido.
Esto provoca que ahora, los movimientos del gobierno municipal sean analizados con lupa por parte de la oposición, sobre todo en los temas urbanísticos.
Es por ello, que el tema de la Finca do Espiño haya tenido su reflejo mediático, y haya sido motivo de agria controversia política en nuestro ayuntamiento, con veladas acusaciones lanzadas desde todos grupos de la corporación local.
Y hablando de polémicas, Santiago no solo volvió a ser noticia fuera de Galicia debido a Conde Roa, sino que también Leo Bassi nos convirtió en primicia.
Las percepciones por tanto, no han sido positivas, sino todo lo contrario. Es probable que el gobierno popular, y sobre todo el del ahora alcalde Currás, estén realizando acciones positivas en la dirección del municipio, pero no han sabido imponer en los medios de comunicación su versión de las cosas, su realidad.
Tampoco la oposición ha sabido aprovechar esta coyuntura. Los socialistas no han movido ficha, aún siguen tocados tras la derrota electoral. Y los nacionalistas han sido noticia por sus divisiones internas, si bien a nivel local parecen estar moviéndose y comiéndole terreno al PSOE.
Podría decirse que, una débil comunicación del gobierno local, demasiado reactiva en vez de activa, ha sido la característica determinante, desde mi humilde punto de vista, de este primer año de gestión popular en Compostela.
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