En una columna como esta, dedicada a la política,
no debería faltar un sesudo análisis sobre los resultados de las recientes
elecciones del 21 de octubre. Podría decirse que eran unos resultados esperados
en cuanto a ganadores y perdedores, aunque sí que nos cogió a muchos
desprevenidos en cuanto a las cifras concretas de diputados logrados por el PP
y AGE.
Pero en vez de explicar a toro pasado lo ocurrido,
lo cual siempre es más fácil, me apetece aprovechar este espacio para
reflexionar sobre el futuro, concretamente, el porvenir de los cuatro partidos
que ahora representarán a todos los gallegos y gallegas en el Parlamento
autonómico.
Sin duda, quien lo tendrá más complicado será el
BNG. Ha recibido un duro castigo y además, su ahora reducido peso parlamentario
provocará su ausencia en un buen número de instituciones con importante peso
político. Pero mal harían en explicar como única causa de su pérdida de votos,
la irrupción de Beiras.
Más bien se trata de un proceso de pérdida de peso
electoral que viene durando muchísimos años, y al que este veterano político
vino a poner la puntilla. Tal vez, en esta crisis, emerja una oportunidad para
realizar los cambios necesarios que logren recuperar la sintonía con la
ciudadanía.
En cuanto a Alternativa Galega de Esquerda, me
suscitan dudas cómo será la coexistencia entre los diputados de Anova y de IU,
máxime cuando estos últimos han obtenido mucha más representación de la que
hubieran logrado de concurrir ellos solos a los comicios gallegos.
Deberán aprovecharse de la arrolladora personalidad
de Beiras, como ya han hecho exitosamente en la campaña. Sin duda ensombrecerá
al resto de la oposición y se convertirá en el lider de esta. Pero su gran
reto, será encontrar un discurso parlamentario propio, que no se sustente solo
en la crítica y en la protesta continua.
Los socialistas tampoco lo tienen fácil, el partido
está divido, máxime ahora tras la gran derrota electoral, que pone a Pachi
Vázquez al pie de los caballos. Su liderazgo está más discutido que nunca, y es
lógico, puesto que parte de la culpa la ha tenido su falta de carisma y de
proyección entre los gallegos.
Se abre una importante reflexión y preocupa
ver en el PSOE discursos exculpatorios, u otros mensajes en los que se dice que
se toma nota porque la ciudadanía ha hablado. Pero quienes lo dicen dan la
imagen de que están poniendo el paraguas hasta que pase el chaparrón. Resulta
curioso ver a personas tan poco capacitadas como Elena Valenciano u Óscar López
comandando un barco encallado, cuyo capitán Rubalcaba ya resta más que suma.
Decir que no es momento de traslucir críticas suena a escurrida de bulto por
parte de los mismos de siempre.
Feijoo ha demostrado una gran habilidad adelantando
las elecciones y aprovechando aún más la debilidad y falta de liderazgo en la
oposición. Pero deberá advertir, que pese a su cómoda mayoría, esta legislatura
tendrá en frente una oposición más débil, pero portavoces más fuertes, Beiras,
y un Jorquera con años de experiencia en lides parlamentarias en Madrid.
Los Populares gallegos no debería caer en la auto
complacencia tras su exultante victoria. Bien analizados los datos, han perdido
voto, especialmente en las grandes ciudades, muchas de ellas además, con
alcaldes populares al frente. Y esta pudiera ser la brecha en el fortín que
atisbe la herida oposición.
Por último, se podría caer en la tentación, como ya
están haciendo desde Génova, de afirmar que estos resultados legitiman la
política de recortes del presidente Rajoy. Y nada más lejos de la realidad.
Estas elecciones han sido un claro ejemplo, por muy diversos factores, de que
se votó en clave gallega. Pero eso sí daría para un sesudo análisis.
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