Se
acerca el fin de año, y como es menester toca hacer balance de lo
acontecido en 2012, esperando eso sí, que la dichosa profecía maya
se equivoque, y podamos disfrutar otro año más de nuestra preciosa
y tranquila ciudad. Si bien este año, no hemos dejado de estar en el
candelero mediático a raíz de los diferentes hechos que nos han
llevado a ocupar portadas, incluso en el extranjero. Desde
las continuas polémicas durante el breve mandato de Conde Roa, así
como su caída en desgracia, pasando por el robo del Códice
Calixtino. Hasta ahora con la operación Pokémon que empieza a
generar un preocupante efecto de bola de nieve en nuestro
Consistorio.
No
está siendo por tanto, un año fácil para nuestro alcalde Ángel
Currás. Plagado de polémicas desde que fue instaurado alcalde por
su partido, pero incluso cuando parecía que las propias divisiones
dentro de su equipo de gobierno le complicaban las cosas, la más que
probable renuncia de Paula Prado a seguir como concelleira, le ha
abonado el camino para su candidatura a una posible reelección.
No
obstante, nuestro regidor, debe lidiar con no pocos problemas si
quiere ser reelegido. El primero, es que se asocie su etapa de
gobierno a una época de crisis política a la que los ciudadanos
compostelanos no estábamos acostumbrados. No olvidemos que logra la
alcaldía tras el cese-dimisión de su predecesor por un supuesto
fraude fiscal que los Tribunales deberán dirimir. Y como decía,
ahora nos encontramos con que los jueces también tienen en el punto
de mira a funcionarios y concejales del gobierno local.
Las
decisiones que vaya tomando en torno a este caso podrán ayudarle a
esquivar esta coyuntura, o podrán envolverle en ella. Entre la
ciudadanía le es reconocida cierta imagen de coherencia y seriedad.
En gran parte debido a su personalidad poco dada a excentricidades,
declaraciones fuera de tono, o al excesivo protagonismo. Y es a esa
imagen a la que debería aferrarse ahora más que nunca.
No
obstante, debe tener cuidado, pues al igual que el ex alcalde
Bugallo, este tipo de personalidades suelen ser planas, frías, poco
carismáticas, y por tanto no entusiasman. Y cuando se acercan las
elecciones, que es cuando en los partidos parecen descubrir a sus
candidatos, estas cosas no solo se arreglan con unas gafas llamativas
que intenten impregnar algo de vida y color al candidato. ¿Recuerdan
a Bugallo y sus gafas rojas en las pasadas elecciones?
El
carisma se trabaja los 4 años de legislatura, no un mes antes de las
elecciones.
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